Imaginemos que en un tranquilo pero humilde barrio de las afueras
de la ciudad instalan con gran esfuerzo e ilusión por parte de su
propietario, una bonita tienda de ropa de diseño con unos precios que
En el llamativo escaparate cada día
se pararán a observar los
se pararán a observar los
modelos expuestos muchas personas realmente admiradas de los
atractivos diseños que se ofrecen. La aceptación del público es
innegable. Muchos vecinos, al encontrarse casualmente con el propietario
del establecimiento le felicitarán sinceramente por el buen gusto que
demuestra tener en los productos que exhibe en su establecimiento.
adquirir las prendas que allí se exponen, sencillamente porque su poder
adquisitivo no se lo permite. Las escasas ventas apenas servirán para ir
sufragando parte de los gastos, y el propietario del negocio tendrá muy
pocas perspectivas de recuperar el dinero invertido.
Finalmente deberá optar por una de estas tres posibilidades:
A) Trasladar el negocio a otro barrio con un mayor nivel de ingresos
medios familiares, con el consiguiente gasto y volumen de inversión que
dicha operación conlleva.
B) Cambiar el nivel de calidad de los productos, con el consiguiente
riesgo de defraudar a los hasta ahora admirados convecinos.
C) Sencillamente cerrar el negocio.
Cualquiera puede pensar: Bueno, esto era algo fácilmente previsible, el
establecimiento no se encontraba ubicado en una zona de la ciudad acorde con
su categoría.
Pues bien, podría ser previsible pero hasta cierto punto. Posiblemente el
entusiasmo del dueño del negocio le haría concebir ilusiones respecto a su
mercado potencial que sobrepasaban la capacidad de absorción de éste. Este
ejemplo parece muy evidente, pero lo cierto es que constantemente están
cerrando negocios por causas similares.


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